INVOCACION Y ODA A LUIS DE CAMOENS
Ven, Luis de Camoens, ven a España
__a este ardiente jardín__
y háblamos en tu claro verso,
cuéntanos las palavras de Manrique
__ que tan bien conocías__, muéstranos
«lo bien que suena el verso castellano»,
lo bien que suena junto al portugués.
Hablanos de Ben Sara de Santarén
__que tú no conocías, pero ya te ha leído
el otro mundo__, de la niña e moza
que hunde los pies en las arenas de oro
de la playa inmortal; cuenta del Diego
al que Sá de Miranda convirtió
en rio en castellano. (Por la noche
llueven tus rimas y tus versos crecen
en mi memoria __ y miro al mar,
ya dentro de mi alma.) Háblamos tú
de la nave Catarineta,
del amor que en tu isla mágica
dieron las ninfas a los navegantes,
de los naifragios en el mar común
(que amasaron dos mundos)
y la luz derrotada en tierra,
y luego en claridad más señalado
resplendor. (No habrá nieve
que cuaje en las llanuras ni en los montes,
ni en las selvas y sotos, de tus cantos,
cuando, de noche, su ramaje
me ofrece los dorados
frutos, ni Babilonia
cuyas lágrimas sequen tu recuerdo.)
Ven callando, Camoens,
pedazo del alma común, arcilla
de la alcarraza en la que todos
bebemos sin mirar al agua;
Camoens,
que «entre los verdes árboles de agora
[estás] apacentando la memoria».
Angel Crespo Pérez de Madrid
__a este ardiente jardín__
y háblamos en tu claro verso,
cuéntanos las palavras de Manrique
__ que tan bien conocías__, muéstranos
«lo bien que suena el verso castellano»,
lo bien que suena junto al portugués.
Hablanos de Ben Sara de Santarén
__que tú no conocías, pero ya te ha leído
el otro mundo__, de la niña e moza
que hunde los pies en las arenas de oro
de la playa inmortal; cuenta del Diego
al que Sá de Miranda convirtió
en rio en castellano. (Por la noche
llueven tus rimas y tus versos crecen
en mi memoria __ y miro al mar,
ya dentro de mi alma.) Háblamos tú
de la nave Catarineta,
del amor que en tu isla mágica
dieron las ninfas a los navegantes,
de los naifragios en el mar común
(que amasaron dos mundos)
y la luz derrotada en tierra,
y luego en claridad más señalado
resplendor. (No habrá nieve
que cuaje en las llanuras ni en los montes,
ni en las selvas y sotos, de tus cantos,
cuando, de noche, su ramaje
me ofrece los dorados
frutos, ni Babilonia
cuyas lágrimas sequen tu recuerdo.)
Ven callando, Camoens,
pedazo del alma común, arcilla
de la alcarraza en la que todos
bebemos sin mirar al agua;
Camoens,
que «entre los verdes árboles de agora
[estás] apacentando la memoria».
Angel Crespo Pérez de Madrid
2 Comments:
Camões não é o meu poeta maior, ainda que seja o símbolo da Portugalidade.
Um abraço e bom ferido
"Ven callando, Camoens,
pedazo del alma común, arcilla
de la alcarraza en la que todos
bebemos sin mirar al agua;"
Lindo!
Um beijo
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